¿Qué es un herbicida y cuántos tipos existen en la agricultura?
En un mundo donde la población sigue creciendo y la necesidad de asegurar la seguridad alimentaria nunca ha sido tan crucial, los herbicidas se han convertido en herramientas agrícolas indispensables. Pero, ¿sabes qué es un herbicida? Pues, estos productos fitosanitarios juegan un rol fundamental en el control de malezas, lo que permite a los agricultores mantener cultivos más sanos y productivos.
Gracias a ellos, es posible proteger las cosechas de competidores no deseados que consumen recursos vitales como agua, nutrientes y espacio.
Sin embargo, su uso no está exento de debate. En México, por ejemplo, se ha decidido prohibir el más utilizado en el mundo, es decir, el glifosato, a partir de enero de 2024. Esta medida, que afecta al 45 % del mercado de herbicidas en el país, genera preocupación por su impacto en los rendimientos agrícolas.
Ante este panorama, es más importante que nunca entender los distintos tipos de herbicidas disponibles, cómo funcionan y cómo se aplican según las características del cultivo y del terreno.
En este artículo, exploraremos qué es un herbicida, cómo contribuye a una agricultura más eficiente, y los diferentes tipos que existen para combatir las malezas en los campos.
¿Qué es un herbicida y cuál es su función en la agricultura?
Un herbicida es un tipo de agroquímico utilizado en la agricultura para controlar, eliminar o prevenir el crecimiento de las malezas.
Estas plantas indeseadas pueden disputar con los cultivos por recursos vitales como el agua, la luz, el espacio y los nutrientes, lo que podría disminuir notablemente la productividad de las cosechas.
En ese sentido, son herramientas clave para mantener la salud y productividad de los cultivos, garantizando que las plantas de interés agrícola puedan crecer sin competencia.
Para entender mejor qué son los herbicidas, veamos cuáles son sus funciones más importantes en el contexto agrícola:
Control de malezas
Su principal función es evitar que las malezas interfieran con el crecimiento de los cultivos, asegurando que los recursos disponibles se destinen a las plantas que se desean cultivar. Al eliminar las malezas, ayudan a mejorar la calidad y cantidad de las cosechas.
Reducción de costos de producción
El uso de herbicidas permite reducir la necesidad de mano de obra y los costos asociados con la remoción manual de malezas, como la labranza o la deshierba mecánica. Esto se traduce en una mayor eficiencia en las operaciones agrícolas.
Mejora de la calidad del suelo
Al controlar las malezas, los herbicidas también pueden ayudar a mantener la integridad del suelo, evitando que las malezas crezcan en áreas que podrían usarse para otros cultivos. Esto facilita la gestión del terreno y contribuye a la conservación de los recursos naturales.
Aumento de la productividad
Al asegurar que los cultivos crezcan sin la competencia de malezas, estos químicos permiten que los cultivos se desarrollen de manera óptima, lo que puede resultar en un aumento de los rendimientos y, en consecuencia, en una mayor producción agrícola.
Por todo esto, los herbicidas son aliados esenciales en la lucha contra las malezas y son fundamentales para mantener la eficiencia, productividad y rentabilidad en la agricultura moderna.
Principales tipos de herbicidas y sus características
Ya sabes qué son los herbicidas y sus beneficios para la agricultura moderna, pero es clave comprender que existen diferentes tipos, los cuales se pueden clasificar según varios criterios, como su modo de acción, la forma o el momento de aplicación.
Herbicidas según su forma de actuar o modo de acción
De acuerdo a cómo afectan las plantas que se desea controlar, podemos agruparlas de la siguiente forma:
Reguladores del crecimiento
Actúan alterando el crecimiento normal de las plantas, lo que puede llevar a la muerte de las malezas o a su inhibición en el desarrollo.
Algunos de los más comunes en esta categoría son los fenoxi-carboxílicos, como el 2,4-D (usado en cultivos de maíz, sorgo y caña de azúcar), o los benzoicos, como el dicamba (aplicado en maíz y sorgo).
Inhibidores del crecimiento de plántulas
Estos afectan el desarrollo de las plántulas, impidiendo que germinen o que crezcan de manera adecuada. Un ejemplo es la pendimetalina (usada en cultivos como maíz y soya).
Inhibidores de la fotosíntesis
Actúan interfiriendo con la capacidad de la planta para realizar la fotosíntesis, lo que lleva a la muerte de las malezas. Algunos ejemplos incluyen las triazinas como la atrazina, que se usa principalmente en maíz y sorgo, o el bromoxinil (utilizado en maíz y cereales).
Inhibidores de la síntesis de pigmentos
Estos afectan la producción de pigmentos en las plantas, lo que resulta en la pérdida de color y finalmente en la muerte de la maleza. Un ejemplo de esta clase es el clomazone, utilizado en soya y algodón.
Inhibidores de la síntesis de lípidos
Son aquellos que afectan la formación de lípidos esenciales para las plantas, lo que inhibe su desarrollo. Un ejemplo es el fluazifo-p-butil (empleado en cultivos de soya y algodón).
Herbicidas según su modo de aplicación
Dependiendo de cómo se aplican los herbicidas, se clasifican en dos categorías:
De contacto
Estos actúan directamente sobre las partes de la planta con las que entran en contacto, destruyendo la zona aplicada. Generalmente, son efectivos principalmente contra malezas de hojas anchas o plantas anuales.
Sistémicos
Se absorben a través de las raíces o las hojas y se distribuyen por toda la planta, lo que permite controlar malezas tanto en la superficie como en las raíces. Por eso, son ideales para malezas perennes y difíciles de controlar.
Herbicidas según el momento de la aplicación
También es posible agruparlas según el momento de aplicación dentro del ciclo de cultivo:
Preemergentes
Se aplican antes de que las semillas o plantas germinen. Son efectivos para prevenir el crecimiento de malezas al bloquear su germinación. Por ejemplo, la pendimetalina y la trifluralina.
Postemergentes
Se aplican una vez que las malezas han comenzado a crecer, por lo que son ideales para eliminar las que ya se han desarrollado sin afectar los cultivos, tales como el 2,4-D y el dicamba.
Principales familias químicas y herbicidas
Por último, estos químicos se presentan en la forma de familias químicas, junto con sus nombres comerciales y los cultivos en los que se utilizan:
- Fenoxi-carboxílicos: el 2,4-D (usado en maíz, sorgo y caña de azúcar) y el 2,4-DB (aplicado en soya y cacahuate) pertenecen a esta familia.
- Benzoicos: el más conocido de esta familia es el dicamba, utilizado en cultivos de maíz y sorgo.
- Dinitroanilinas: ejemplos como la trifluralina y la pendimetalina son utilizados en cultivos como soya, algodón y maíz.
- Triazinas: pertenecen a esta familia la atrazina (utilizada en maíz y sorgo) y la prometrina (usada en soya y algodón).
- Isoxazolidinonas: el clomazone, utilizado en soya y caña de azúcar, es el más representativo de esta clase.
Cómo elegir el herbicida adecuado para cada cultivo
Elegir el herbicida adecuado para un cultivo específico es crucial para obtener un control efectivo de las malezas, mientras se protege la salud del cultivo y el medio ambiente.
La selección depende de varios factores que deben ser considerados cuidadosamente para garantizar que el herbicida sea eficiente y seguro. Enseguida, te presentamos una guía con lo que tienes que saber:
Tipo de maleza a controlar
En malezas de hoja ancha, los fenoxicarboxílicos (como el 2,4-D) o los benzoicos (como el dicamba) son muy efectivos. Por otro lado, en gramíneas puedes usar inhibidores de lípidos como el fluazifo-p-butil o quizalofop etil.
Para malezas perennes, los sistémicos son más apropiados, ya que se absorben por la planta y llegan a las raíces, eliminando la maleza de manera más completa.
Modo de acción
Los herbicidas sistémicos como el glifosato (para malezas resistentes) son ideales para controlar malezas más desarrolladas, mientras que los de contacto, como el paraquat, son útiles para control rápido, pero no afectan las raíces.
Ciclo de vida del cultivo y la maleza
Para cultivos como el maíz o la soya, los preemergentes como la pendimetalina ayudan a prevenir la germinación de malezas.
En cultivos como el algodón, el uso de postemergentes como el dicamba puede ser más efectivo para controlar las malezas después de que el cultivo haya emergido.
Tolerancia del cultivo al herbicida
El 2,4-D es un herbicida selectivo en cultivos como maíz y sorgo. Por otra parte, el glifosato no es selectivo y puede dañar cualquier planta verde con la que entre en contacto, por lo que se debe aplicar con precaución.
Condiciones del suelo y el clima
Los preemergentes como la trifluralina funcionan mejor en suelos secos y con temperaturas moderadas.
En cambio, los herbicidas postemergentes, como el glifosato, requieren condiciones de humedad y temperaturas cálidas para ser más efectivos.
Efectos residuales y sostenibilidad ambiental
Los herbicidas selectivos, como el clomazone, suelen ser menos persistentes en el suelo y presentan un menor riesgo de afectar a los cultivos futuros.
Además, la rotación de herbicidas con diferentes modos de acción ayuda a prevenir la resistencia de las malezas y a minimizar el impacto ambiental.
Selección de herbicidas por tipo de cultivo
- Maíz y sorgo: estos cultivos suelen ser muy sensibles a las malezas de hoja ancha, por lo que se recomiendan los preemergentes como la pendimetalina o atrazina, así como postemergentes como el 2,4-D.
- Soya y algodón: la elección dependerá de las malezas que predominan en el campo. Generalmente, se recomienda el uso de postemergentes como glifosato o dicamba para controlar malezas resistentes. Los preemergentes, como el metolacloro, también son útiles en la etapa temprana del cultivo.
- Caña de azúcar: es común el uso de selectivos como la metribuzina o dicamba, que controlan malezas sin dañar el cultivo.
- Arroz: en este cultivo, el clomazone (inhibidor de la síntesis de pigmentos) y el fomesafen son eficaces para controlar malezas en el sistema acuático.
Medidas de seguridad al utilizar herbicidas en la agricultura
Por último, conociendo qué es un herbicida y cómo elegir el adecuado para cada cultivo, es clave reconocer que el uso en la agricultura requiere seguir estrictas medidas de seguridad para proteger la salud de los agricultores, los consumidores, los productos y el medio ambiente.
Leer las etiquetas
Siempre leer y seguir las instrucciones del fabricante en la etiqueta del producto, que incluye dosis, métodos de aplicación y medidas de seguridad específicas.
Usar equipo de protección personal (EPP)
Utilizar ropa adecuada, como guantes, gafas de seguridad, mascarillas, botas de goma y ropa impermeable para evitar el contacto directo con el herbicida.
Evitar la aplicación en condiciones climáticas adversas
No aplicar herbicidas en días con viento fuerte, lluvia o temperaturas extremas, ya que puede aumentar el riesgo de deriva o absorción indebida.
Aplicación correcta
Asegurarse de aplicar el herbicida de manera precisa y según las recomendaciones, evitando el exceso de producto que pueda causar daño a los cultivos y al medio ambiente.
Limpieza del equipo
Limpiar completamente el equipo de aplicación después de usarlo para evitar la contaminación cruzada con otros productos fitosanitarios y prevenir residuos peligrosos.
Almacenamiento seguro
Guardar los herbicidas en un lugar seco, fresco y seguro, fuera del alcance de niños y animales, y mantenerlos en sus envases originales y etiquetados.
Respetar los plazos de seguridad
Respetar los plazos de espera antes de cosechar los cultivos tratados, que indican el tiempo necesario para que el herbicida se degrade de manera segura.
Disposición adecuada
Descartar los envases vacíos y los residuos de herbicidas de acuerdo con las normativas locales, evitando la contaminación del agua y del suelo.
Uso de equipos de calidad
Seleccionar pulverizadores y boquillas de alta calidad es fundamental para garantizar una aplicación uniforme y controlada de los herbicidas, ya que los equipos mal calibrados o de baja calidad pueden generar problemas como aplicaciones desiguales, daños al cultivo o exposición innecesaria a sustancias químicas.
Además, la integración de tecnologías mediante el control electrónico es muy valiosa para evitar dichos problemas.
Uso de soluciones tecnológicas
En un contexto en el que la AgTech cobra más importancia, la incorporación de tecnologías de agricultura de precisión permite una gestión más eficiente de los herbicidas, mejorando la protección de los cultivos y minimizando el impacto ambiental.
Herramientas de smart farming como drones, sensores y sistemas GPS ayudan a identificar con precisión las áreas que necesitan tratamiento, reduciendo desperdicios y costos asociados.
Estas soluciones facilitan el cálculo exacto de la dosis y el momento óptimo de aplicación, disminuyendo el riesgo de sobredosificación y contribuyendo al uso sostenible de los recursos agrícolas.
Capacitación continua
Asegurarse de que los trabajadores estén adecuadamente capacitados en el uso seguro de los herbicidas y en la identificación de los riesgos asociados.
Estas medidas minimizan los riesgos y aseguran un uso responsable y eficiente de los herbicidas.
¡Es momento de cultivar de forma segura y próspera!
Hemos explicado qué es un herbicida de forma clara y precisa, evidenciando que juegan un papel esencial en la gestión de malezas.
Como vimos, estos permiten que los agricultores mantengan cultivos más productivos y sanos, lo cual es clave para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad en la agricultura moderna.
Si deseas aprender más sobre los herbicidas selectivos y cómo pueden beneficiar tu cultivo, te invitamos a leer nuestro artículo específico sobre el tema: “¿Qué son los herbicidas selectivos?“.