Manejo estratégico de pasturas en la transición estacional: prácticas para mantener la calidad del forraje
Las pasturas ocupan una parte significativa de la agricultura latinoamericana, no solo como base de la ganadería, sino como sistemas productivos vivos que dependen de los mismos pilares que los cultivos: nutrición del suelo, aplicación eficiente y agricultura de precisión.
Según la FAO, más del 60% de las áreas de pasturas tropicales y subtropicales de la región presentan algún nivel de degradación, lo que reduce el vigor, la cobertura del suelo y la capacidad de secuestro de carbono, afectando directamente la productividad y la sostenibilidad.
Durante la transición entre estaciones, la disminución de la humedad y de la radiación solar reduce la fotosíntesis de las gramíneas, aumenta la lignificación y disminuye la digestibilidad del forraje.
En este contexto, el manejo estratégico de pasturas se convierte en una herramienta esencial para mantener el equilibrio productivo: planificar la fertilización de mantenimiento mientras el suelo conserva humedad, ajustar la carga animal según la oferta real de forraje y diversificar especies adaptadas al clima son acciones que preservan la rentabilidad y la sostenibilidad ambiental.
Más que una práctica agronómica, se trata de una estrategia de gestión agrícola respaldada por la investigación y la tecnología, que integra ciencias del suelo, ingeniería de aplicación y datos climáticos.
México y Paraguay como referencias regionales
Entre los países latinoamericanos, México y Paraguay representan realidades climáticas distintas que reflejan gran parte de la región, con pasturas en zonas tropicales y subtropicales.
En México, la diversidad climática permite una amplia gama de cultivos, pero también impone desafíos específicos a las pasturas, con regiones áridas, semiáridas y templadas. En Paraguay, el clima subtropical, con estaciones bien definidas de lluvia y sequía, marca el ritmo de la producción pecuaria.
La transición entre estos periodos es crítica, ya que la disponibilidad y el valor nutricional del forraje pueden verse drásticamente afectados.
Durante la estación seca, la reducción de la humedad y el aumento de las temperaturas provocan una disminución en la producción de biomasa y una pérdida en la calidad del forraje.
En la transición hacia la estación lluviosa, el rápido crecimiento de las plantas puede resultar en forraje con menor contenido de materia seca y nutrientes si no se realiza un manejo adecuado de las pasturas.
Comprender estos ciclos es el primer paso para implementar un manejo estratégico que minimice los impactos negativos y maximice el potencial productivo.
En México, investigaciones realizadas por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) indican que la fertilización de mantenimiento nitrogenada, aplicada al final del periodo lluvioso, prolonga el vigor vegetativo y aumenta significativamente la producción de biomasa.
La estrategia combina la sincronización de la aplicación con la humedad residual del suelo, el uso de híbridos forrajeros más tolerantes a la sequía (como Mulato II y Cayman) y la rotación planificada con periodos definidos de descanso.
En Paraguay, el énfasis recae en la recuperación física y biológica del suelo y en la diversificación de especies.
El Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA) recomienda combinar fuentes minerales y orgánicas, como fosfatos naturales, estiércol y compuestos, para restaurar la estructura del suelo y aumentar la retención de agua.
La rotación con leguminosas como Arachis pintoi e Stylosanthes guianensis favorece la fijación de nitrógeno y mejora la calidad nutricional del forraje.
De acuerdo con estudios consolidados por la FAO sobre sistemas de pasturas sostenibles en Latinoamérica, las prácticas que asocian fertilización, rotación y diversificación de especies pueden generar incrementos promedio de entre 25% y 35% en la productividad forrajera.
Estos resultados refuerzan que el manejo basado en datos y en buenas prácticas agronómicas trasciende fronteras y se adapta a diferentes realidades climáticas de la región.
Tecnologías que amplían la eficiencia del manejo de pasturas
Las pasturas responden de manera significativa al uso de tecnologías de aplicación y fertilización de precisión.
En el control de malezas, una pulverización bien calibrada es una aliada del productor. La elección correcta de boquillas, presión y tamaño de gotas, combinada con el control de velocidad y deriva, garantiza una deposición uniforme, reduce el desperdicio de agroquímicos y protege el dosel de la pastura.
Esta ingeniería operativa, cuando se ejecuta correctamente, optimiza el costo por hectárea y minimiza los impactos ambientales. Un análisis más profundo sobre este tema puede encontrarse en Pulverización inteligente: cómo reducir costos e impacto ambiental.
En la fertilización, el análisis de suelo es la base de cualquier decisión.
Define las dosis y corrige deficiencias de macronutrientes como Nitrógeno (N), Fósforo (P) y Potasio (K), así como de micronutrientes como Zinc y Boro, determinantes para el vigor radicular y la eficiencia fotosintética de las gramíneas.
La aplicación, ya sea al voleo, en cobertura o mediante sistemas líquidos, debe realizarse cuando haya suficiente humedad para la absorción y redistribución de los nutrientes.
En áreas más tecnificadas, el uso de dosis variables ajusta la aplicación según el tipo de suelo y el historial de productividad, reduciendo costos y pérdidas. Este tema se aborda en Fertilizantes químicos: ventajas y desventajas.
Las tecnologías digitales elevan aún más el nivel de precisión. Drones y cámaras multiespectrales generan mapas de vigor y biomasa, identificando zonas con déficit de nutrientes o estrés hídrico.
Sensores de suelo registran variaciones de humedad y temperatura, ayudando a definir el mejor momento para fertilizar o pulverizar. Plataformas de gestión y estaciones meteorológicas conectadas cruzan esta información con pronósticos climáticos, permitiendo una planificación más precisa.
Según el informe Agricultura digital: herramientas para el desarrollo sostenible, elaborado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la adopción de tecnologías digitales en la agricultura latinoamericana ha generado reducciones promedio del 10% al 20% en el uso de fertilizantes y mejoras del 15% al 25% en la eficiencia hídrica.
Estos resultados, observados en proyectos piloto de agricultura digital realizados en distintos países de la región, refuerzan el potencial de herramientas como drones, sensores, mapas de vigor y estaciones meteorológicas conectadas para optimizar la aplicación de insumos y el uso racional del agua, fundamentos que también se aplican al manejo de pasturas.
Diversificación de las especies forrajeras
La diversificación de las pasturas es una de las estrategias más eficaces para aumentar la capacidad de soporte del suelo, mejorar la calidad del forraje y reducir riesgos durante los periodos de transición climática.
Al combinar gramíneas y leguminosas adaptadas a las condiciones locales, el productor crea un ecosistema más equilibrado, con un mejor aprovechamiento de la humedad y un suministro natural de nitrógeno.
En las regiones tropicales y subtropicales de Latinoamérica, gramíneas como pasto marandú (Urochloa brizantha cv. Marandú), pasto mombaza (Megathyrsus maximus cv. Mombaza) y pasto piatá (Urochloa brizantha cv. Piatá) son ampliamente utilizadas por su productividad y buena respuesta a la fertilización.
En áreas con mayores restricciones hídricas, materiales como el pasto Mulato II han demostrado mejor tolerancia a la sequía y una rápida recuperación después del pastoreo.
La integración con leguminosas como el maní forrajero (Arachis pintoi) y la estilosantes (Stylosanthes guianensis) mejora la fertilidad del suelo, reduce la necesidad de fertilización nitrogenada y prolonga la persistencia de las pasturas.
La elección de las especies debe considerar el tipo de suelo y la disponibilidad de agua, respetando la altura ideal de manejo y los periodos de descanso.
En regiones de altitud o de clima templado, como algunas zonas de México, la alfalfa sigue siendo una opción de alta productividad y valor nutritivo. Más información en Cultivo de alfalfa: manejo y productividad.
Monitoreo y evaluación continua en el manejo de pasturas
Las pasturas son sistemas agrícolas dinámicos que requieren observación y ajustes permanentes.
El monitoreo constante permite identificar de manera temprana desequilibrios nutricionales, compactación del suelo, entre otras fallas.
Herramientas digitales, sensores de campo y registros meteorológicos locales ofrecen datos en tiempo real que ayudan al agrónomo a ajustar dosis, intervalos y estrategias de aplicación de forma cada vez más precisa.
La experiencia de diferentes países latinoamericanos, como México y Paraguay, demuestra que la combinación de innovación agronómica y tecnologías agrícolas puede transformar el manejo de pasturas en un motor de productividad y sostenibilidad.
Para profundizar en el tema, lea también el artículo Manejo de fertilizantes en la transición de ciclos, que detalla las prácticas de nutrición del suelo y fertilización eficiente durante los cambios estacionales.
