Campos de cultivo: ¿cómo mejorar la producción?
Mejorar la producción de los campos de cultivo no depende exclusivamente de factores medioambientales, características climáticas y otros elementos externos, los cuales son imposibles de controlar.
Al contrario, los productores agrícolas son los principales responsables de la calidad y los niveles de cosecha: la agricultura moderna cuenta con distintas herramientas, conocimientos científicos y soluciones para alcanzar resultados óptimos y mitigar la dependencia del medio ambiente y sus variaciones.
Si quieres conocer cuáles son esos aspectos elementales que están en tus manos para optimizar la producción, ¡quédate hasta el final de este contenido!
A continuación, te mostramos una serie de prácticas y consejos fundamentales para que logres los mejores resultados con tus campos de cultivo.
¡Toma nota!
Apoyarse en la tecnología de vanguardia
El rendimiento y aprovechamiento de los campos de cultivo mejora de manera sustancial gracias a la incorporación de tecnologías de calidad y vanguardia en las operaciones.
Los nuevos recursos tecnológicos optimizan el tiempo, reducen costos de operación e incrementan la eficiencia de diferentes labores, lo cual se traduce en mayores y mejores resultados.
Por ejemplo, cuando se trata de control de plagas, amenazas y otras enfermedades, puedes valerte de múltiples soluciones que potencian las aplicaciones fitosanitarias, como pulverizadores robustos y con recursos de automatización, sistemas de geoposicionamiento global (GPS) y herramientas de telemetría.
Esto permite abarcar mayores franjas de aplicación, reducir de manera sustancial la deriva y obtener reportes de forma automática sobre dosis, volúmenes y áreas cubiertas, entre otros indicadores de interés.
Los sistemas de riego automatizados son otras de las soluciones que componen la agricultura de vanguardia que incrementan la capacidad de aprovechar los campos de cultivo.
La robótica, mediante drones y diferentes herramientas que automatizan trabajos que anteriormente eran manuales, también forman parte de las tecnologías que ganan espacio en la actividad agrícola.
Poner el enfoque en el ajuste y la conservación del suelo
El suelo es el principal activo de tus ciclos de producción agrícola.
De nada sirve disponer de agroquímicos de calidad y de las mejores tecnologías del mercado, si el suelo experimenta deficiencias de nutrientes, saturaciones, altos niveles de acidez y otros problemas. Por este motivo, realizar ajustes de suelo antes de iniciar las labores de siembra —con el objetivo de equilibrar los diferentes valores— es esencial para obtener un máximo rendimiento.
Además, durante el desarrollo del cultivo necesitas monitorear el estado de tus suelos constantemente por medio de recursos como los sensores, los cuales pueden aportar datos sobre humedad, hidratación y otros indicadores relevantes.
Sumado a ello, en líneas generales, debes gestionar tus suelos con un enfoque de conservación, es decir, protegerlos y garantizar que sean aptos para la actividad agrícola a largo plazo: variar o intercalar las especies de cultivo y siempre mantener el suelo cubierto de materia orgánica.
Practicar la rotación de los cultivos
Cuando se planifica la plantación de diferentes cultivos de forma secuencial en un mismo terreno, el resultado es una mejora en la salud del suelo. Esto se debe a que hay un significativo progreso en la absorción de nutrientes, mientras se combaten las plagas y malezas.
Esta práctica debe hacerse de forma organizada para lograr los mejores resultados. Por ejemplo, cuando se siembra maíz se consume del suelo una alta cantidad de nitrógeno, entonces al terminar la fase del maíz es una buena idea iniciar en el mismo lugar con frijoles, porque estos le aportan nitrógeno al suelo.
Los cultivos pueden rotarse de manera simple, involucrando a dos o tres especies de plantas. Pero también puede hacerse un esquema más complejo en el que se cultiven hasta más de una docena de plantas.
Cuando cada año se usa un suelo para un mismo tipo de cultivo, se corre el riesgo de que este se convierta en el hogar permanente de plagas, ya que se le garantiza una fuente de alimentos. Toda vez que la rotación de los cultivos ayuda a devolverle nutrientes al suelo, también permite tener un eficiente control de plagas.
Mantener niveles elevados de CO2
El dióxido de carbono es fundamental para la fotosíntesis de las plantas y, en consecuencia, el desarrollo de los cultivos.
Las plantas toman este importante nutriente por medio del aire y, también, del agua en el suelo a través de sus raíces.
Además, se puede aplicar CO2 mediante gases, una práctica muy común, especialmente en invernaderos agrícolas.
El enriquecimiento del dióxido de carbono y el mantenimiento de sus altos niveles fomenta que las plantas cumplan —e incluso superen— las expectativas en cuanto a frutos y cosecha.
Las dosis de aplicación de CO2 dependen de las etapas de los cultivos, las características medioambientales y los objetivos de producción, entre otros factores: es importante analizar las plantas y conocer sus necesidades reales, ya que una aplicación excesiva, lejos de producir beneficios, puede ocasionar estrés y deficiencias en el desarrollo.
Para realizar esta práctica es importante tomar en cuenta los siguientes factores:
- La cantidad de luz disponible y la relación del crecimiento con esta;
- cómo reaccionará el cultivo ante el CO2;
- cuál es el equilibrio de CO2 que debe tener cada planta.
Mantener un adecuado drenaje de las aguas
Gestionar el agua en los cultivos es indispensable para la optimización de las actividades agrícolas. Si bien es cierto que las siembras necesitan agua para crecer, debe ser en las cantidades adecuadas.
En otras palabras, hay que asegurarse de que las plantas reciban suficiente riego, pero no en exceso.
Un buen sistema de drenajes evitará inundaciones y la salinización del suelo, deprime los niveles freáticos, mejora la aireación y permite un mejor acceso de las plantas a los nutrientes.
Cuando no se cuenta con un buen sistema de drenaje, las consecuencias varían de acuerdo a la especie de planta. Sin embargo, algunos de los problemas más comunes son:
- hojas amarillas;
- intoxicación por sales;
- asfixia radicular;
- problemas de crecimiento;
- y en el peor de los casos, la pérdida total de los cultivos y la salinización de los suelos. Esta última hace que en ese terreno no pueda cultivarse por varias temporadas.
Sembrar en el momento adecuado
Todas las especies de plantas tienen una temporada específica para iniciar la siembra y posteriormente la cosecha. Están vinculadas a factores ambientales que mejoran el proceso de producción, de allí que realizar un calendario de siembra es importante para sacar el máximo provecho a los cultivos.
En los calendarios de siembra se establecen los meses óptimos para la plantación de cada especie y las fechas de recolección. Los plazos de cosecha son tan importantes como el momento en el que se inicia el cultivo.
La temporada nos dará cuáles son las condiciones para sembrar que permitirán una germinación adecuada, toda vez que se toma en cuenta la temperatura, humedad, oxigenación, entre otros aspectos.
Capacitar de manera constante a los operadores
Para la FAO, uno de los pilares de la producción y productividad agrícola sostenible y eficiente que satisfaga las demandas de las sociedades es la capacitación y educación de los trabajadores del campo.
Si bien las tecnologías ocupan un papel clave en la actualidad, estas pierden alcance si no se cuenta con talento humano altamente capacitado que comprenda las dinámicas de trabajos del sector y, además, las formas de sacar el máximo provecho de los recursos disponibles.
Desarrollar programas internos de formación y fomentar que los operadores se actualicen en los temas más innovadores del mercado, forma parte de tus objetivos y responsabilidades esenciales de gestión.
Asimismo, cada vez que des un paso de modernización en tu agronegocio —que conlleve modificaciones— es importante capacitar de manera particular sobre las nuevas metodologías para así evitar la resistencia al cambio, la incertidumbre y otros problemas que puedan atentar contra la productividad.
Por ejemplo, si empezaras a producir en invernaderos, primero tus operadores tienen que conocer todo sobre estas estructuras, el tipo de labores que demandan y, en general, cómo cambia la actividad agrícola cuando se opta por este sistema.
Estudiar las operaciones
Más allá del control en tiempo real, por medio de soluciones de telemetría y recursos similares, necesitas estudiar tus operaciones de manera profunda para encontrar puntos de mejora y problemas u obstáculos a superar para continuar en una línea de crecimiento y optimización de la producción.
Por esta razón, crea bases históricas de datos, mide la evolución de tus resultados, analiza las reacciones ante determinadas acciones y medidas y toma en cuenta los antecedentes a la hora de tomar decisiones y plantear nuevos proyectos y ciclos de producción.
La actividad agrícola es un sector que demanda una gran capacidad de observación y que, además, no es lineal, por lo cual las necesidades y tendencias cambian con el pasar del tiempo y de acuerdo a las etapas de trabajo.
¡Ya sabes! Toma en cuenta estos consejos esenciales e impulsa la productividad y los resultados en tus campos de cultivo.
Todas estas prácticas te otorgarán verdadero control sobre tus ciclos de producción e incrementarán el alcance positivo de la manipulación, intervención y gestión de los cultivos, sin depender exclusivamente de factores medioambientales variables.
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