Tipos de labranza para operaciones agrícolas

Tipos de labranza para operaciones agrícolas

Los diversos tipos de labranza buscan acondicionar los suelos para recuperar los nutrientes de cara a la siguiente cosecha. Es muy importante combinar las técnicas de labranza con otras buenas prácticas agrícolas, porque así las condiciones del suelo se optimizan al máximo. Ante la necesidad creciente de tener mejores suelos para optimizar las producciones agrícolas, la labranza de conservación es una excelente alternativa.

En este artículo te contaremos sobre los tipos de labranza que existen y qué beneficios le pueden aportar a tus cultivos.

¿Qué tipos de labranza existen?

Los tipos de labranza más comunes son la labranza convencional y la labranza de conservación. Esta última, a su vez, incluye varias técnicas que conoceremos más adelante.

Por lo pronto, veamos de qué se tratan la labranza convencional y de conservación.

Labranza convencional

La labranza convencional se lleva a cabo mediante maquinarias pesadas y demanda el uso de agroquímicos.

Estos factores hacen que los suelos se compacten. Asimismo, aceleran el proceso de drenaje de la humedad o su evaporación, haciendo indispensable la instalación de un sistema de riego.

Labranza de conservación

La labranza de conservación incluye diversas técnicas que se caracterizan por usar materia orgánica de cosechas anteriores para nutrir los suelos y conservar mejor sus cualidades.

Estas técnicas son efectivas para propiciar la humedad óptima del suelo, conservar los nutrientes y contrarrestar los efectos de la erosión.

A continuación, detallamos los diversos tipos de labranza de conservación.

Labranza mínima o reducida

La labranza mínima o reducida se caracteriza por intervenir los suelos lo mínimo posible.

Por lo general, se lleva a cabo mediante la técnica de surcar, fertilizar y sembrar con pocos días de diferencia. Así, el suelo queda expuesto por menos tiempo a condiciones que puedan degradar sus nutrientes y evaporar la humedad que necesita el cultivo.

Este efecto se maximiza al colocar un mantillo compuesto por residuos triturados de la cosecha pasada sobre los surcos de cultivo.

Cabe destacar que esta técnica de labranza agrícola favorece el desarrollo radicular de las cosechas futuras, ya que no compacta el suelo.

Labranza cero

La labranza cero, también conocida como siembra directa, consiste en evitar labrar el suelo de cultivo. Es decir, solo se interviene el suelo para poner la semilla en su sitio.

Esta técnica se suele emplear en los sistemas de producción agrícola que buscan disminuir el estrés de los suelos y hacer que proliferen los microorganismos beneficiosos para las plantas. Para facilitar esto, se emplea en conjunto con el método de rotación de cultivos.

Asimismo, en este tipo de labranza es fundamental el uso de materia orgánica proveniente de la cosecha anterior. Estos residuos, conocidos como abonos verdes, brindan una cobertura perfecta para mantener la humedad y evitar los efectos erosionantes del viento y el polvo.

Labranza en franja

La labranza en franjas, o labranza por zonas, implica dividir el terreno en zonas y gestionar de manera diferenciada la siembra y el suelo.

Por un lado, la siembra se lleva a cabo de manera mecanizada según el tipo de cultivo. Por otro lado, se evita intervenir el suelo mediante el uso de una cobertura vegetal que beneficie el microclima de los terrenos.

La labranza en franjas ayuda a la conservación del suelo. Esto es porque las raíces de las plantas que se intercalan en las diferentes franjas corrigen y evitan los efectos hídricos y eólicos, como la erosión y el deslave de los terrenos.

Una de las claves de este método de labranza es pensar en el tipo de especies vegetales y la manera en que se complementan, así como su relación con el suelo.

Labranza en camellones

La labranza en camellones es habitual en áreas de cultivo de maíz y soja en los Estados Unidos.

Es un sistema que funciona bastante bien en terrenos grandes y regulares, aunque con diferentes condiciones de retención de humedad.

Su principal característica es la presencia de lechos o surcos prolongados, los cuales deben ser creados por máquinas pesadas. Precisamente esto hace que este tipo de labranza sea más costosa.

Dependiendo del tipo de cultivo, la labranza en camellones puede valer la pena, ya que estos ayudan a controlar la humedad y mejoran la distribución del suelo cultivable.

Labranza del mantillo

La labranza del mantillo es una técnica que data de los años 30 del siglo XX.

Se trata de una manera de intervenir los suelos mediante un mantillo compuesto por residuos de materia orgánica y tierra que cubre por lo menos el 33 % del espacio de cultivo. Esta labor implica el uso de ciertas herramientas de labranza, como cultivadoras, cinceles y barredoras.

Con esta técnica se evita la erosión eólica. Además, da buenos resultados en terrenos de cultivo de plantas perennes y de cosecha anual.

La labranza del mantillo es una práctica muy recomendada para grandes y pequeños productores agrícolas que buscan hacer más sustentables sus granjas.

La importancia de las buenas prácticas agrícolas en los tipos de labranza

Las buenas prácticas son las que hacen sustentable al sector agrícola. En consecuencia, estas asegurar el bienestar de la cadena de suministro. Por lo tanto, podríamos decir que son métodos y técnicas cuya finalidad es resguardar la seguridad alimentaria mundial.

Las buenas prácticas agrupan aspectos como:

  • la conservación de los recursos hídricos;
  • la optimización de los terrenos en pro de las cosechas;
  • y la gestión logística de los elementos de la cadena de suministro, entre muchas otras.

Acatar y atender buenas prácticas agrícolas es una tarea a la que deben comprometerse todos los involucrados en el sector. De esto depende que la producción agrícola se vuelva sostenible de cara a mediados de este siglo. ¡Solo estima que para este periodo, el mundo llegará a los 9,000 millones de habitantes y tendrá que producir 60 % más de alimentos!

Esperamos que este artículo haya aclarado tus dudas respecto a los tipos de labranza. No olvides que la esencia de los sistemas de labranza es hacer que los suelos recuperen sus nutrientes tras cada cosecha. Esto mejora la trazabilidad del proyecto en el calendario agrícola.

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